Ya los griegos, egipcios y romanos utilizaban los antifaces en sus ceremonias de animales y esclavos, y para escenificar sus escenas dramáticas. Las primeras máscaras que se hicieron fueron de corteza de árbol, luego fueron de cuero forrado de tela y por último las hacían de marfil o de madera.
Con el paso del tiempo, se fueron usando cada vez más en las celebraciones religiosas o sociales, hasta incluso creer, en algunas culturas, que el poseedor de dicha máscara tomaba las cualidades de quien se estaba representando.
En África Central y Oeste estas máscaras se utilizan en ritos tradicionales y danzas teatrales, caracterizando bien a héroes mitológicos, espíritus del antepasado, o espíritus animales.
En la Grecia antigua, se empleaban en el teatro, sobre todo, en las obras dramáticas. Un dato muy curioso, normalmente la escena estaba interpretada por tres actores, por lo que había más personajes que actores. Gracias a las máscaras los actores podían interpretar varios papeles, así también el público alejado podía ver mejor la expresión de estos.
Pero cuando más apogeo tuvieron los antifaces fue en Italia, especialmente en Venencia, y de hecho, hoy en día durante los carnavales todas sus gentes lucen espectaculares antifaces en el desfile.
Las máscaras venecianas tienen una larga historia asumiendo como fin, ser protectoras de la identidad de su portador. Todos, fisgones, ladrones y espías podían interactuar fácilmente con los ciudadanos sin miedo a que su verdadera identidad se descubriera. La situación se les escapó de las manos, cayendo en un momento de indolencia y decadencia moral. Con el tiempo, el uso de máscaras en la vida cotidiana fue prohibido y limitado solamente a lo largo de tres meses a partir de 26 de Diciembre.
Después del 1100, la mascarada pasó por períodos de ser condenada por la Iglesia Católica, especialmente durante los días santos. Pero se acabó aceptando entre los meses de Navidad y martes de Carnaval, dando un permiso especial para usar la máscara veneciana. Este período se convirtió en el Carnaval, la celebración previa a la Cuaresma.
Y su uso se ha propagado hasta nuestros días, con una increíble dosis de alegría y emoción desmesurada, llenando las calles de color, música y diversión.
Y no olvides que… “Ay, no hay que llorar… que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando” Celia Cruz
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